Catorce, hasta dieciséis

Juanjo Brizuela
4 min readAug 25, 2023
[ Foto de Lucía Brizuela Ochoa de Alda ]

“¡Holi! He madrugado más que los últimos días. Tenía un revoltijo en mi interior que necesitaba ponerlo de pie porque en sentido horizontal se me clavaba cual punzada. Era aún noche cerrada, se veían perfectamente las estrellas en un cielo totalmente despejado, de nuevo El Silencio en mayúsculas que inundaba toda la estancia oyéndose únicamente mi apenada respiración, y estaba como perdido. Apenas conozco la casa, justo mi habitación y poco más, me he abrigado y he salido a la calle a dar un paseo para inventar un rumbo. Por nada del mundo quería molestar a nadie, ni siquiera a mí. Alejándome he creído que podría aliviar mi desvelo.

“Llegué pasadas las nueve de la noche, cuando el día y la noche se estaban poniendo de acuerdo. Sorprendentemente había una chica con mi nombre en verde escrito en una hoja esperándome en el andén de la estación de tren. Llegué a pensar que en mi mismo tren viajaba otra persona que se llamaba como yo, de hecho miré hacia atrás tratando de reconocerla. “¿Es a mí?” le pregunté, “No necesito tu DNI, si eres I.A. nos es suficiente” me respondió con una carcajada. “Soy Alma, me ha pasado tus referencias y unas fotos tuyas Fede, te acerco a la casa que llegarás cansado” se presentó mientras caminamos hacia la parte de atrás de la estación donde nos esperaba una furgoneta estilo Camper. La temperatura para la hora que era, muy agradable, la verdad.

“La casa no era como me la imaginaba, tal y como me la describió Fede. Era mejor: una antigua cofradía de pescadores remodelada, de dos alturas y una terraza inmensa en la parte superior, justo lo suficientemente alejada de la zona del puerto pero con unas vistas preciosas de la pequeña playa y del pueblo, que rodeaba la bahía por completo. “Ésta es Clara, mi compañera, me imagino que Fede te hablaría de nosotras”, me comentó mientras nos dimos dos besos. “Me parece preciosa esta casa, os felicito” les dije, mientras me invitaron a sentarme a la mesa de un coqueto salón con un ventanal que daba al pantalán del puerto. No hacía más que mirar los detalles de la casa, y sinceramente te digo, me parecía increíble que un local que estaba destinado a otras cosas en su momento se hubiera reconvertido de semejante manera en una casa.

“Estuvimos un buen rato de charla mientras cenábamos algo. Ambas eran compañeras de universidad, compartieron Erasmus, sus primeros trabajos en una consultora de renombre y decidieron aventurarse en esta casa cuando vieron en una licitación que se subastaba la cofradía, “¿Y si?” se preguntaron y la respuesta es una casa que la tienen, según me dijeron, prácticamente ocupada más de la mitad del año, los fines de semana, puentes y festivos hasta finales de 2024, y cada vez más aparecen personas, me temo que como yo, que vienen unos días a desuntemecerse mental y físicamente. “Estáte a tu aire, donde más te apetezca, tu estancia no es solo tu habitación” me indicaron. “¿Y tú entonces, qué andas por aquí?”, preguntó Alma. “Es una larga historia, y otra historia que debo terminar” les aventuré. Les hablé del manuscrito que tenía que entregar, que todavía me quedaban unos días de trabajo y quería dejarlo zanjado en este tiempo que pasaría en la casa “si no tengo ningún otro imprevisto, claro”, maticé.

“Así que, después de almorzar más que desayunar, he estado prácticamente todo el día encerrado en una pequeña salita que tienen en la zona que da a la terraza. No he comido apenas, Clara me subió a primera hora de la tarde algo de salmorejo, y seguí con mi tarea hasta ahora, que empieza a anochecer. Bastante tenía la cabeza para estar asentada en el teclado del portátil, el cuaderno de notas y poco más. No quise escaparnos a ningún otro pensamiento, ni despiste alguno, móvil apagado del todo, ni heridas que pudieran hacerme sangrar de nuevo. Justo he salido hace un momento para dar una vuelta por los aledaños del puerto, tratar de familiarizarme con la zona, he visto algunos bares pequeños, de los de siempre, con terraza, porque el anochecer invita a sentarte fuera. Solo te escribo esto, hoy no tengo más que decir. Beso.

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Juanjo Brizuela

Prefiero ser optimista. Consultor Artesano en branding, planning y comunicación en un entorno digital. Buscando conexiones entre marcas y personas. Escribo.