Cuatro, dieciséis

Juanjo Brizuela
2 min readAug 11, 2021

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No cerraba la puerta de la habitación de su madre por ocultarse, ni por no querer que entrara nadie, ni siquiera por separarse del resto de las estancias de la casa, no. Quería que todos sus sentidos estuvieran plenamente en esa sencilla habitación a la que tantas veces entró y donde tantas charlas tuvieron juntas, en voz baja, tan cerca una de la otra que hasta sus cuerpos hablaban entre sí.

Se sentó en su cama sin quitar la colcha blanca que la cubría. Acomodó la almohada y se giró hacia su lado derecho, su lado, el de la confidencia, de las charlas sobre la vida jodida, de las advertencias que siempre acababan en sonrisa, con el final “ya me entiendes, ¿verdad?”. El domingo era el día, su día, con los primeros rayos de sol que se atisbaban por la rendija de la persiana nunca cerrada del todo. “hola, tengo un poco de frío … ven aquí, corre” era su santo y seña. Entonces la Vida con mayúsculas comenzaba.

Cerró por un momento los ojos esperando ese “ya me entiendes, ¿verdad?” para responderle que no entendía nada, que temblaba cuando se hacía las mismas preguntas de siempre, que tenía razón cuando le advirtió “no sé, no lo veo, no te veo”, que necesitaba una luz, esta vez una luz de verdad porque los chispazos eran tan efímeros que sentía que deslumbraban demasiado y en realidad lo que era guiar, no guiaban a ningún lado. No quiso abrir los ojos porque deseaba una respuesta, rápida, directa mientras le acariciaba el pelo. Sonó la puerta, “he vuelto, tengo un plan, ¿vienes?

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Juanjo Brizuela
Juanjo Brizuela

Written by Juanjo Brizuela

Prefiero ser optimista. Consultor Artesano en branding, planning y comunicación en un entorno digital. Buscando conexiones entre marcas y personas. Escribo.

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