El cuarenta y ocho esperado del 16
Ese paraje es una zona de difícil o mejor dicho, inaccesible acceso para cualquiera que sienta curiosidad por saber qué hay ahí. 12 elegidos, doce, son quienes únicamente habitan este lugar. Un inmenso espacio, de esos que no cubres con tu mirada por más que lo intentes, donde se reúnen, comparten, discuten, se divierten y sobre todo se compadecen entre sí. Son frecuentes las confidencias, sus dudas y temores, sus miedos y circunstancias, sus alegrías y planes. Cada cual la suya. Y todos comprenden a cada cual. Si das al grupo, recibes del grupo, escuché una vez a un marinero.
-“¡¡¡ vaya mes, mayo, vaya mes he pasado… ¿qué tal estás?… tenía ganas de verte…”
- ¡¡ buuenass !! cuéntanos que estamos todos aquí aún sorprendidos, no, más aún. Nos han contado febrero y marzo algo, febrero menos porque con esto de su historia de siempre de menos días y que dice que hace tanto está como adormilado, pero marzo nos ha dado más novedades porque ha estado hablando con otros marzos y estamos todavía en estado de shock, yo al menos, claro… ¿oye, no te quedarías unos días más hasta que todo esto se normalice o qué?
Febrero, agosto y los compañeros del otoño que van siempre juntos a todos lados, se reían a carcajada limpia. Veían la cara de espasmo de mayo y le espetaban casi al unísono:
“¡¡¡ pero tú que te jactas de tener siempre buen humor, mayo, pero qué dices alma cándida !!!, decía octubre que todavía tiene las luces cercanas del verano.
“¿normalice dices? no, querido, no…” –decía abril– “…Normal es una palabra que te puedo asegurar ha perdido todo el sentido, ¿qué es normal? Porque si lo normal era estar en la calle, ya te digo que he visto nada o bastante poco. Y si normal es que se vuelva a salir, mal lo veo, según estoy escuchando. ¡Y no, me piro, he acabado reventado… no aguanto más… estaba contando los días que quedaban, tachando en rojo mi tabla de ilusiones porque cómo ha ido todo…
Las maletas de Mayo estaban ya en la puerta que da salida, mientras se va acercando abril a paso ligero. Mayo estaba blanco, temeroso. Junio estaba a su lado. Sabe que la suerte de mayo es la suya también, porque si le va bien a mayo, a él un poco después le irá muy parecido, no tendrá tantos riesgos de inestabilidades ni cosas así. Además tiene ya preparadas las vacaciones de los más jóvenes, pero marzo le advirtió al llegar hace un mes: “cuidado, cuidado que igual se adelanta todo eso que tienes preparado, arrea”. Junio abrazó a mayo por la espalda: “todo va a ir bien, ya verás”.
“¡ no entiendo nada… mi mes siempre ha sido un mes que a todo el mundo le encantaba, que si las flores, que si el sol, las terrazas, los paseos por la playa, recuperar las bicis, las mangas cortas, los tirantes… ¿y dime, qué va a pasar? ¡guíame por favor!, ¿qué narices puedo hacer?…”, cuestionaba mayo.
Poco te puedo decir ya que no sepas, salvo que vayas ya y salgas ahí, como cada año, no cabe otra. ¿Sabes?: conocí a una persona que todas las noches antes de irse a dormir se asomaba un buen rato a la ventana solo por el hecho de observar la calle, ver qué pasaba aunque no pasara nada ni nadie. Era todo muy desangelado. Noche tras noche, nos veíamos, me fijaba en él… llegó un momento en el que hablamos cada día. Era una sensación rara, de idas y venidas, de ilusiones y de decepciones. Me contaba sus sueños, lo que haría el día después, de una chica que se asomaba a la misma hora en una ventana cercana, del banco del parque que tanto anhelaba. Le cogí cariño. Él fue quien me dijo: algún día esto será un recuerdo, extraño, pero también del que aprendimos a bregar porque nuestra gente nos obligaba con su ejemplo a eso. Pelear por alguien, preguntar por alguien, interesarse de que todo alrededor poco a poco va mejor. Y me decía: “nos necesitamos a todos. Necesitamos ese abrazo que echamos en falta, pero sé que el día que dé el primero será el momento más feliz del año”.
“Así que sal, mayo, y haz que sea así”. le dijo diciembre con ese aire majestuoso de quien sabe que un final feliz es importante en las vidas
Mayo ya está aquí. Que suceda.
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