Once, hasta dieciséis

Juanjo Brizuela
4 min readAug 22, 2023

“¿Y bien? Sigue costando acostumbrarnos al sonido del silencio. Alguna vez lo comentamos y me miraste con cara de ya está el monje de clausura por aquí. Al menos si vives en la ciudad, en el momento en que te alejas de ella y habitas en zonas donde la naturaleza gobierna por mayoría absoluta, el silencio no solo del amanecer o de la noche, sino cuando estás en plena actividad, acaba por invadirnos sin atisbo de defensa propia. Te atrapa, te dejas perder, te cautiva, te cuesta acostumbrarte a él y al mismo tiempo quieres más, quieres guardarlo en recipientes para cuando lo necesites allá donde estés puedas echarlo al aire y que suceda la magia. El silencio.

“Hasta que es vilipendiado por el ruido. Que lo resquebraja, lo penetra sin reparo alguno, lo golpea con extrema dureza hasta deshacerlo en añicos. No es el silencio lo que nos llama la atención sino la ausencia de él, más si es provocado. Esta mañana, sigo sin poder atinar la hora que era pero parecía bien temprano, dos voces alertaron mis oídos: “venga, nos vamos”, “¿pero qué haces aquí?” “que nos vamos”… supongo que el silencio quería entrometerse en esa discusión, separarla, que finalizara cuanto antes, que no se produjera, no por educación ante el resto de quienes formábamos parte de este escenario, sino por alterar un lugar y alterar unas personas. Un “pero” sonó con forma de lamento, un “ya está bien” zancadilleó la mañana temprana, un golpe seco de una puerta de coche que se cerraba concluyó la escena. El motor hizo acto de presencia y según vino se fue.

“Mi otro lado de la amplia cama estaba vacío y frío, y las sábanas recogidas hacia los pies. No quise abrir los ojos porque imaginé demasiadas cosas que a esa hora no estaban invitadas a un nuevo día. La llamada de su madre hace dos días alumbraba este desenlace. No te dije pero estuve como una hora hablando con ella, sobre el papelón que tenía en la casa al cuidado de sus tres nietas, sobre su ignorancia y rabia al leer la nota que le dejó en su habitación explicando su marcha, breve en días, inmensa en emociones; sobre entender las razones, la durísima pelea entre el egoísmo o la entrega, la tristeza y sobre todo la incapacidad de darse cuenta de nada de eso. Sobre cuando su marido se enterase. La calidad de una conversación se mide por las palabras empleadas y aquella llamada estaba llena de auténtico dolor, mucho dolor, individual y en plural.

“No quise preguntar, me conoces bien, pero las muestras de debilidad y desasosiego eran tan constantes que solo pude decir de acuerdo. La noche de la cena con Fede en casa, cuando nos quedamos Ella y yo solos, me pidió que durmiéramos juntos, que no soportaba dormir sola, que no quería más que compañía, nada más, sentir que alguien estuviera a su lado, como si fuera su sombra optimista de la vida –fíjate a quién se lo dijo–, que se le hacían eternas las noches y necesitaba un poco de “calor” y no precisamente del roce de la piel. “Solo estar” me rogó. Hablamos poco porque intuía que cada pregunta era una herida que se abría en su vida y nada más lejos que empujarla a un desangrado sin límite. Y dormimos menos porque a tenor de la hora del madrugón, pocas horas pasaron hasta entonces.

“Así que he vuelto a quedarme en el porche de la casa toda la mañana, bien abrigado y eso que el día a pesar de su convulso despertar, ha salido soleado, déjame decirlo, precioso. La taza de café recién hecho, la sudadera puesta, el cuaderno hoy sí y el silencio han calmado el día, que me ha venido bien también. Eran un cúmulo de imágenes que me venían la cabeza, muchas y muchos momentos; le miraba a Ella en la cama y te veía ahí delante mío a escasos centímetros, los ojos cerrados en modo descanso profundo, imaginando qué estaría, qué estarías soñando en ese momento, una ligera mueca en los labios de cierta sonrisa. He dormido poco y he necesitado una pequeña siesta que se ha alargado más de lo que pretendía. Pero me ha venido muy bien. ¿Sabes? Que te quiero. Un beso.

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Juanjo Brizuela

Prefiero ser optimista. Consultor Artesano en branding, planning y comunicación en un entorno digital. Buscando conexiones entre marcas y personas. Escribo.