Trece, hasta dieciséis

Juanjo Brizuela
3 min readAug 24, 2023

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“Buenas, por decir algo. Cuando ya crees que te encuentras demasiado bien en un sitio es momento de pensar que quizá haya que ir en busca de otro. Siento ahora mismo una pequeña contradicción, habitar en la naturaleza ayuda a conectarme mejor conmigo mismo pero por otro lado necesito un poco de barullo, de calles pintadas de negro asfalto, de voces que se convierten en una tenue banda sonora que te acompaña por la acera. No me gusta que me digan si prefiero la ciudad al campo porque me gustan las dos, pero el espacio pierde toda su lógica si te encuentras en soledad, uno y otro no tienen nada que ver si estás acompañado, esto lo tengo claro.

“Me hizo daño leer ayer una de tus cartas que me traje y más después de haber pasado un día estupendo con Fede en el paseo. No te culpo, faltaría más. Igual que yo te escribo estas cartas, lo hiciste con las tuyas, y quien tomó la decisión de no leerlas en su momento fui yo. Así que si yo jugué con el tiempo tengo que reconocer que el tiempo devolvió mi desfachatez para convertirse en un mensajero que llamaba a la puerta para entregarme en bandeja tus palabras: “no te libras majo, te toca”. Se me quitaron las ganas de cenar, me pasa siempre que vamos para el monte, recuerdas, que no acabo de acostumbrarme a los bocadillos y acaban recordándome todo el día que están por aquí. Tu carta lo remató al anochecer. El agua fría que me estaba tomando trató de refrigerar mis emociones sin éxito.

“Vuelvo al mar. Fede me ha dicho que conoce a unas chicas que tienen también una casita pequeña a una hora de aquí en tren. He hablado con ellas y me voy hacia allí esta tarde. Debe ser una casa que está en un pueblo pesquero pero un tanto alejada del mar. Me han dicho que es pequeña, apenas 3 habitaciones, tiene una terraza cubierta en la parte del tejado y un terreno donde suelen organizar algunos eventos. Me llamaron de la editorial y tengo que aprovechar para acabar el manuscrito y según las fotos que me han enviado me parece que está perfecto para mí. “Son muy buenas chicas, las conozco de todos estos años que nos encontrábamos en las fiestas. Luego el tiempo nos volvió a acercar cuando hicimos un curso para gestionar casas rurales”.

“Mientras recogía mis cosas de la habitación, estaba imaginándome qué estarías haciendo tú ahora. No consigo quitarte de mi cabeza, vienes a mí en todo momento. Si yo desayuno, ¿qué desayunas tú?, si salgo de paseo ¿habrás ido al gimnasio como hacías cada ciertos días?, si tomo algo ¿estarás con alguien en alguna terraza? ¿a quién has llamado hoy de esa inmensa agenda que tienes? ¿has vuelto a hablar con Bea, con quien mejor te llevas? ¿he salido en la conversación? ¿tienes planes para antes de empezar a trabajar? No sé, tengo esa sensación de que cuanto más te alejas de alguien, más te acercas a comprender su vida y te das cuenta de que no la conocías tan bien porque no formulamos en aquellos momentos esas preguntas que deberían haberse hecho y que jamás, como ahora, conocimos las respuestas de tu verdad, que ahora más necesito que nunca.

“Volveré a este sitio más adelante, está muy bien. Tenían razón cuando me decían con rotundidad que este pueblo tenía algo especial, que era una familia grande, que siempre había un plan que hacer, alguien a quien echar una mano y siempre un tiempo para ti. Pero necesito salir para rematar mi marcha de hace unos días. He echado cuentas, y ya van por trece días fuera de casa, trece vaya, y unos pocos más sin saber de ti salvo por esas cartas que me traje. No me atrevo a leer la última que me queda, me da cosa, pero la retomaré en breve. La despedida del servicio de la casa ha sido también un tanto triste. “Vuelve pronto” me decían. Me encantaría escucharte decir esto: “vuelve pronto”. Un beso.

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Juanjo Brizuela

Prefiero ser optimista. Consultor Artesano en branding, planning y comunicación en un entorno digital. Buscando conexiones entre marcas y personas. Escribo.