Uno de 10, del veintiuno

Trata de ser positivo. No deja de ser curioso, ¿verdad? “Ser positivo”. Parece que hay que escarbar vete tú a saber dónde para descubrirlo, o rebuscar en el otro lado, si es que existe, por si aún sigues pensando en encontrarte algo que te aporte o simplemente Ser, sin más. Lo único cierto es que tendrá que Ser.

Por otro lado no deja de tener todo esto un aire a cierta perplejidad. Como si no supieras que te puede tocar y aun así digas “ahí va”. No hay sorpresa hasta que se asoma y deja de ser sorpresa. Enterita para ti. Aquí no existe el lo tomas o lo dejas, no. Ten. Y con ello tratas de hacerle un hueco en tus horarios, cuando en realidad no tiene horarios porque es EL horario, entero, y tú te aclimatas a él, que a ver si te enteras que dejas de ser protagonista en la fiesta.

En buena hora me rasuré bien la barba. “Para las fiestas” me dije, y decides por impulso quitar el espejo de en medio para que se oculte la cara porque no tiene ganas de salir reflejada por vergüenza. Fiesta es una de esas palabras que también se está recomponiendo a fuerza de golpes, sopapos y decretos. Más que el sustantivo deberíamos fijarnos más en el verbo. Prefiero “celebrar” porque tiene ese toque de intencionalidad, del “porque sí” y de la improvisada manera de decidir que cualquier momento presente es el que vale, hasta convertirse en el mejor y hasta único.

Escuché en el podcast de “Hoy empieza todo” (curioso, ¿verdad?) que Rufus T. Firefly se vienen para Vitoria-Gasteiz en febrero del año que viene, mientras contaba los pasos de diez en diez con la aplicación de Salud (curioso, ¿verdad?) del móvil abierta en primera línea. Era montar planes con piezas de Lego incompletas, sonaba “Torre de marfil” (curioso, ¿verdad?) de este mismo grupo y decidí que era hora ya de abrir la página 212 del último libro de Rodrigo Cortés “Los años extraordinarios” (curioso, ¿verdad?) que dice así: “Los días se convirtieron en meses que se convirtieron en años de dar tumbos y de doblar esquinas”. Curioso.