Ocho, dieciséis

Juanjo Brizuela
2 min readAug 15, 2021

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Su médico se lo dejó bien claro: “No tienes nada de qué preocuparte, sigue tu vida normal”. Y se lo dijo acercándose, con sus dedos índices apuntándole para fijar la frase con rotundidad y con la voz susurrante, y firme, de quien conoce muy bien a la otra persona. Sigue es una palabra que enfrenta sensaciones contrapuestas, la duda y el temor por un lado y la llamada a la acción, a la confianza y al tesón, por otro. Sigue es sobre todo fácil para quien no tiene que hacerlo. Si te tocase a ti te incomodaría, fijo.

Sentía cómo la parte más envidiada de su personalidad se iba minando desde hace unos meses. Ella, que enarbolaba la bandera de la alegría en muchos momentos del día; ella, que estaba dispuesta a arrimar la banqueta para sentarse y escucharte con tranquilidad; ella, que convertía la vergüenza inicial de los primeros ¡hola! en el ambiente deseado para que el resto nos sintiéramos como en casa aunque no fuera la nuestra. Ella que era la caricia, la risa, la palabra correcta en el momento adecuado, aprendida de Alf. Ella era y ahora no es.

Aquel “Volveré, no sé” fue un cristal roto que pisaste sin quererlo, un aguijón en el costado del pecho, un arañazo sin freno en su cruel recorrido. Se quedó sin palabras y sin lágrimas cuando la puerta se cerró, en cámara lenta para que hiciera más daño, y al irse su hijo se abrió una sima en la que solo veía profundidad y oscuridad de día y de noche. Lo peor no era pasar en vela tantas noches, ni la tozuda realidad de quitar su plato de la mesa en cada comida o cena, o levantar la persiana y no ver a nadie en la cama. Lo peor no era eso. Lo peor era no saber. No saber ya nada.

“¡Mercedes, te llaman!”.

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Juanjo Brizuela
Juanjo Brizuela

Written by Juanjo Brizuela

Prefiero ser optimista. Consultor Artesano en branding, planning y comunicación en un entorno digital. Buscando conexiones entre marcas y personas. Escribo.

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